-Venga Sasuke-chan, ya es tarde, duérmete- Le dijo Hiroshi a su nieto.
-Abuelito, abuelito, cuéntame una historia… sino no podré dormirme…
-Está bien, iré a por tu libro de cuentos.
-No abuelito, quiero que me cuentes una historia real- interrumpió el niño.
-Mm… ¿Una historia real?, veamos…
Hace mucho tiempo, en la Tierra hubo una ruptura en la relaciones entre países y se formaron los tres grandes bloques humanos. Por un lado estaba el bloque de Europa y África, que recibía el nombre de Democracia Terrestre, por otro estaba el Imperio Americano Espacial, y por último estaba el bloque de Todo Bajo el Cielo formado por Asia , las islas del pacífico y Australia.
Aunque los bloques eran 3, las grandes potencias solo eran dos, el Imperio Americano Espacial y el Todo Bajo el Cielo. Todo Bajo el cielo tenía gran potencial, pero iba retrasado bélicamente pues no contaba con la ventaja que ofrecían las bases militares en Marte. En cambio el I.A.E. tenía su mayor concentración de tropas allí, esta base marcaba una diferencia casi decisiva en el desarrollo de toda guerra pues en ellas tenían un apoyo constante e imbloqueable, sobre todo porque desde ella se podía emprender cualquier ofensiva a gran escala sobre la Tierra.
Tras muchos años de convivencia más o menos pacífica, en la Tierra se empezó a notar la tensión producida por los roces entre bloques a causa del deterioro del planeta llevado a cabo por el I.A.E., esto era un claro incumplimiento del artículo decimoséptimo de la ley espacial, por el cual queda totalmente prohibido explotar los recursos de cualquier cuerpo espacial hasta el límite de hacer peligrar el futuro de los seres que lo habiten. En el año 4968, todas estás tensiones desembocaron en una guerra que asoló el planeta de principio a fin. Tras 13 años de guerra continua, Democracia Terrestre y Todo Bajo el Cielo se aliaron para expulsar del planeta a su enemigo común.
Tras la victoria de la alianza hubo un periodo de paz y prosperidad, pero las cosas no se iban a quedar así, pues en los desiertos del planeta rojo, bajo la gran cúpula de protección solar y térmica, los líderes militares del I.A.E. tramaban un ataque a gran escala en el cual recuperarían todo el territorio perdido y esclavizarían a los habitantes terrestres para someterlos a trabajos forzados.
-Abuelito, abuelito, ¿qué paso con Todo Bajo el Cielo?-dijo con impaciencia el pequeño.
-Tranquilo hijo… todo a su tiempo- dijo con tono tranquilizador.
Aquella mañana era fría, una suave lluvia caía sobre la ciudad de Kita, al norte de la prefectura de Tokio. Eran alrededor de las 6 de la mañana y la ciudad comenzaba a desperezarse, la mayoría de la gente ya debía estar levantada para ir a trabajar, pero para Watari hoy era diferente, tras una larga estancia en la estación lunar hoy era su día libre. Sin embargo no pudo aprovecharlo tanto como hubiese deseado pues una hora mas tarde su comunicador comenzó a sonar, sobresaltado por el ruido, Watari salto de la cama y cogió el pequeño aparato. Watari colocó sobre la mesa el comunicador y vio sin inmutarse como de su superficie aparecía una figurita con un tono azulado, el holograma comenzó a hablar con tono automático.
-Watari-san, tiene usted un mensaje en su unidad de comunicación. El mensaje ha sido recibido el día de: hoy, a las: 7:03 hora local. Lo envía: el cuartel General de esta región, situado en el distrito de: Shinjuku. El mensaje dice: Watari no Tsukamoto, bushi piloto de noveno rango, el alto mando solicita sus servicios, deberá estar aquí lo antes posible. Fin de la transmisión. Usted puede: conservar el mensaje, borrarlo o si desea escucharlo de nuevo almacenarlo y reproducirlo a continuación.
– Bórralo y desconéctate.
– Si Watari-san.
Tras escuchar el mensaje se puso el traje de piloto, era rojo y dorado, los colores de Todo Bajo el Cielo, tenía un cinturón con varios compartimentos y de él colgaban dos espadas que formaban el daisho oficial del ejercito. Las botas eran rojas y tenían un sistema magnético que permitía caminar en el espacio sobre las naves espaciales sin peligro de quedar flotando en el espacio para siempre. El casco era dorado, con una visera del mismo color que protegía los ojos del piloto cuando este estaba en el espacio.
Tras coger su tarjeta de identificación salió de casa y se encamino hacia el garaje, allí le esperaba su aeronave, era un modelo actualizado de las viejas XGP-7456 que contaba con un motor de propulsión iónico T-14 y un modificador gravitatorio capaz de elevar la nave a una altura máxima de 2000 m., esta nave podía alcanzar velocidades de 120m/s.
Tras 15 minutos de vuelo pudo divisar la enorme azotea del cuartel, en ella había estacionadas al menos dos docenas de aeronaves, a medida que descendía para posarse sobre su plaza de aparcamiento, sus ojos pudieron divisar bajo la lluvia una silueta muy familiar, era Takehiko-san, el hombre que había dejado el mensaje en su contestador, capitán del crucero interestelar “Kamikaze”, nombre recibido en honor al aliento de los dioses que protegió a Japón en más de una ocasión. Esta nave tenía el poder de fuego de un centenar de naves de batalla y podía acabar con flotas enteras de una sola andanada.
El saludo formal e inexpresivo revelaba que la situación que le había traído hasta aquí era grave, puesto que Takehiko y él eran grandes amigos desde que combatieron juntos en la gran guerra.
Rápidamente el capitán guió a Watari por los estrechos y laberínticos pasillos del cuartel hasta llegar al último sótano, en él estaba alojado el centro de mando de Todo Bajo el Cielo. A la puerta esperaban dos guardias que no tardaron en pedirles sus tarjetas de identificación, después de verificar que eran reales les permitieron la entrada. Era una amplia sala llena de gente que corría de un sitio para otro, grupos de gente discutían y decenas de ordenadores emitían pequeños ruiditos que al unirse parecían una extraña música ambiental. Al fondo de la sala se veía un espacio cerrado por paredes de cristal, en el cual un grupo de unos cinco hombres estaba sentado en torno a una gran mesa de color oscuro.
Cuando ambos pasaron al interior de la estancia Watari reconoció al instante a algunas de las personas que allí se encontraban, antes de que pudiese decir nada, una voz retumbo en la sala.
-Bienvenido Watari-san, mi nombre es Hideyoshi- dijo el hombre que estaba en la cabecera de la mesa- soy el general de todos los ejércitos de Todo Bajo el Cielo, Aquí están algunos de los mejores generales de nuestro planeta. El general Tsun, controla gran parte de las tropas asiáticas- dijo señalando a un hombre bajito con rostro sonriente- Estos son el general Starwin y el general Ford de occidente- dijo señalando a dos hombres extremadamente altos- y por último el estratega militar Haku, famoso por sus excelentes planes de batalla.
-Encantado- respondió inclinándose suavemente.
-Aun faltan dos personas- dijo Takehiko- esperaremos a que lleguen y después os informaremos de la situación- le explicó a Watari.
Poco tiempo después dos hombres aparecieron por la puerta de cristal, el primero era alto y fuerte, su piel era clara como la nieve y su pelo caía hasta media espalda con un tono áureo. El segundo hombre era mas bajo que el primero, su tez era morena y sus gestos eran naturales pero nada descuidados.
-Watari, estos son Ron MacDougall y Takezo, también son pilotos estelares.
-Ya estamos todos pues- dijo Hideyoshi.- la información que va a ser contada en esta sala es totalmente confidencial, si alguno de ustedes cuenta algo de lo que aquí se hable estará obligado a hacer el seppuku. Aclarado este asunto, pasemos a la misión, comience capitán Takehiko.
-Gracias Hideyoshi-sama. Bueno… empecemos por el principio, la situación es crítica, nuestros espías nos han confirmado nuestros más profundos temores, el I.A.E. está planeando un ataque a gran escala sobre nuestro planeta. Tras muchas conferencias y reuniones secretas entre los dirigentes de nuestro planeta, los representantes militares, y los científicos mas relevantes, hemos llegado a la conclusión de que una acometida de esa magnitud sería imposible de parar por nuestras tropas, ya que se hayan aun bastante reducidas a causa de la gran guerra, pero aun no está todo perdido, según los informes de nuestros hombres, el ataque no se realizará hasta dentro de 15 días. El plan principal es adelantarnos a su ataque, caeremos sobre ellos por sorpresa, cuando todos los planetas estén perfectamente alineados nuestras naves arrasarán la superficie del planeta rojo y reducirán sus flotas a escombros antes de que estas estén dispuestas para luchar.
-Pero señor… jamás podremos vencer con tal inferioridad numérica. Nuestras fuerzas no aguantarían el fuego defensivo de sus cañones y de su flota al mismo tiempo, es una misión suicida- dijo asustado Watari.
-Lo sabemos soldado, pero eso no es todo, sabíamos que este momento llegaría y hemos desarrollado el arma más devastadora que ha conocido este sistema solar. La hemos llamado bomba A debido a su procedencia. Esta bomba está diseñada por las mentes más brillantes de la Tierra y está compuesta de antimateria. El problema es que las defensas del I.A.E. son inexpugnables, la bomba nunca llegaría a la superficie y se podría dar el caso de que nos la robasen y la usasen contra nosotros. Esto solo nos deja una única opción, para la cual debemos actuar rápido. Esta es una batalla perdida en la que para remontar deberemos destruir la base del I.A.E., para esto hemos diseñado una estrategia mediante la cual toda nuestra flota atacará directamente actuando de señuelo, mientras nuestro verdadero As en la manga actuará sobre la otra cara del planeta, ese As seréis vosotros tres volando con nuestra bomba, habrá que situarla con precisión en la luna Fobos, cuando la luna se encuentre en la cara habitada haremos que la bomba estalle y actúe como un gran propulsor en contra de su movimiento, de esta manera la energía cinética del satélite disminuirá de tal manera que se precipitará a gran velocidad sobre la cúpula de nuestros enemigos provocando su inmediata derrota.
-Si esto no funciona, todos estaremos perdidos.-añadió Hideyoshi
-Sobre el funcionamiento de la bomba mucho no necesitáis saber, consta de dos compartimentos, uno con unos 100 Kg de materia y otro con una cantidad similar de antimateria, este segundo consta de potentes imanes que generan campos electromagnéticos que impiden que la antimateria entre en contacto con materia antes de la detonación. Todo ello va recubierto por una carcasa y posee un dispositivo de detonación a distancia. Las coordenadas de colocación están en los informes que les serán entregados. La flota partirá al amanecer.- concluyó Takehiko.
Al alba ya estaba todo dispuesto, millares de personas contemplaban la magnífica flota surcando los aires antes de salir de la atmósfera, eran alrededor de 2000 naves, a la cabeza iba el Kamikaze capitaneado por Takehiko, en el centro de la flota se encontraba bien protegida la nave elegida para transportar las esperanzas terrestres, su nombre era Kitsune (zorro) por ser la nave mas rápida y manejable. Contaba con 4 grandes propulsores y estaba dotada de diez lanzamisiles, aunque no era una nave de batalla pesada era capaz de defenderse bien de cualquier ataque gracias a la magnifica combinación entre poder ofensivo y su capacidad de evasión. En su interior Ron, Takezo y Watari ultimaban los detalles sobre la ruta a seguir y el punto de separación de la flota.
Cuando la flota hubo alcanzado el punto de separación el Kitsune salió de entre todas las naves a una velocidad sorprendente y con gran agilidad, para ellos el tiempo era crucial puesto que la flota tenía de antemano la batalla perdida y no tardaría demasiado en ser aniquilada por completo. La fabulosa nave cada vez aceleraba mas y mas, ya no tenía a la vista a ninguna de las naves terrestre, transcurrido un tiempo los comunicadores comenzaron a captar los mensajes de la batalla, la cosa no iba del todo mal puesto que aprovechando la ausencia de luz a causa de la alineación el factor sorpresa fue aun mas grande. Poco tiempo después una señal de esperanza resplandeció en sus ojos, Fobos había aparecido en pantalla, lo que significaba que en poco tiempo podrían colocar su mercancía.
Pero su alegría paso a ser desesperación cuando comprobaron que un destructor patrullaba la zona. Los destructores eran junto a los cruceros las naves de batalla mas grandes y pesadas, estaban provistas de multitud de armas y tripulantes y podían alcanzar velocidades sorprendentes.
– No tenemos opción, tendremos que combatir.- Dijo Ron.
– ¡Pero si es un destructor!-gritaron Takezo y Watari.
– Si no lo hacemos el sacrificio de la flota habrá sido en vano, todos esos hombres que ahora están luchando morirán si no actuamos deprisa.
-Tiene razón.-le dijo Takezo a Watari.
-Esta bien, ¿Cuál es el plan?
La mente de Ron se lleno de posibilidades de las cuales la mayoría era mejor no mencionar, al final dijo -Takezo, tu y yo dispararemos mientras Watari se abre camino entre el fuego enemigo. Si vuela cerca del destructor su efectividad de combate se verá seriamente reducida y tendremos una posibilidad de vencer.
-Cuando yo sobrevuele la cubierta principal quiero que dirijáis todo el fuego sobre el puente de mando, pues si lo destruís podremos huir sin necesidad de acabar el combate.
Los tres, tras ocupar sus puestos, se lanzaron al combate sin dudarlo un instante, pero aunque Watari era hábil con los mandos, la densidad de fuego enemiga le hacía imposible la aproximación, uno tras otro, todos los intentos de sobrevolar la cubierta fueron frustrados. Hasta que por suerte uno de los proyectiles disparados por Takezo fue a parar a uno de los reactores laterales del destructor, provocando una gran explosión y creando así una brecha por la que pasar, esta oportunidad fue bien aprovechada por los tripulantes que lograron zafarse del combate y alcanzar su objetivo.
El aterrizaje fue sencillo pues la superficie del satélite era poco accidentada. Tras descargar la pesada bomba, los tripulantes subieron a la nave y despegaron tan pronto como pudieron. La luna, que ya casi alcanzaba el punto de detonación, cada vez se quedaba más atrás. Ante sus ojos iba surgiendo el campo de batalla, el panorama que presentaba erizaba los pelos solo de verlo, la flota que partió de la Tierra ahora se hallaba diezmada y solo un centenar de naves capitaneadas por el Kamikaze aguantaban como podían las acometidas de las flotas del I.A.E., a su alrededor cientos de escombros de metal flotaban libremente, en algunos de ellos aun se distinguían los colores de alguna bandera o los nombres de alguna nave.
En el puente de mando del Kamikaze la orden no se hizo esperar, en cuanto los radares captaron al Kitsune el capitán Takehiko ordenó la retirada ordenada manteniendo la cobertura de fuego. Cuando se hubieron alejado lo suficiente, desde el Kitsune se detonó la bomba, la explosión iluminó toda la zona, en la Tierra mucho afirman haber visto en el cielo nocturno el gran resplandor. Tras la explosión los minutos pasaron lentos, las esperanzas comenzaron a decaer, todo parecía haber sido en vano, la luna estaba quieta en medio del espacio, cuando parecía que el silencio iba a hacer estallar los oídos de los tripulantes de las naves la luna empezó a ganar velocidad, ¡había funcionado! ahora la luna comenzaba a precipitarse, ganando velocidad, sobre las estructuras enemigas, tan pronto fue esto perceptible, todos los hombres de las tripulaciones gritaban y se abrazaban, la alegría rebosaba en sus ojos en forma de lagrimas. Un mensaje llego a la Tierra 5 minutos después, “la luna está cayendo”, tan pronto como pudieron todas las emisoras y canales de televisión anunciaron la victoria, la gente salió a la calle a celebrarlo, lo habían conseguido, sus esperanzas ahora eran realidad.
-Sasuke-chan, ¿te ha gustado la historia?
-Si.
-Pues ahora duérmete.
-¿Abuelito?
-¿Si?
-¿Y que paso con esos hombres? ¿Qué paso con la tripulación del Kitsune?
-¿Recuerdas la estatua que te enseñe el otro día en el barrio de Shibuya?
-Si.
-Esa es la estatua de Watari, cuando llegaron a la Tierra, los tripulantes del Kitsune fueron tratados como verdaderos héroes, y se les hicieron estatuas y monumentos por su gran valor en muchas ciudades.
– Abuelito…esa estatua se parecía a ti. ¿Eres tú?
-No, hijo no, ese era mi padre, el gran Tsukamoto Watari.
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